Y al fin llegamos a la costa norte de Nueva Zelanda. Como 3 de cada 4 días, había llovido. Y todo estaba verde. Superverde. La camará, por un motivo absurdo, estaba en modo jpg, con lo que las fotos tienen un mínimo de retoque, y el contraste o el vibrance no están entre ellos. Era así de verde de verdad. Como teníamos un poco de tiempo, decidimos coger la carretera de la costa.
Error. Fail.
La carretera de la costa era una especie de camino de cabras con curvas de spin -12 y desniveles del 20%+3i. Que estuviese asfaltada parecía ser porque algún ingeniero de caminos apostó con otro que era factible hacer una carretera asfaltada mas peligrosa que cruzar un rio en Australia. Y ganó. El paisaje era precioso, y en los milisegundos en los que podías mirar a la costa cuando no había curvas cerradisimas, gigantescos camiones de transporte de troncos de frente o guiris conduciendo las infinitas juicy campers a 0.9c o a 0.2km/h, podías ver unas playas maravillosas, selva a incluso pueblecitos minusculos. Ah no, que es Picton. Ya hemos llegado a la capital del Norte, población 2928 habitantes y bajando.